Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

martes, 24 de julio de 2012

Tigre

       
        Tarde fría de un día de semana. Un chico con algo de mosca en el bolsillo. Mosca que iba a volar en un paseo por las aguas del Tigre. Chico que iba a nadar en la tarde fría de sus redundancias. ¿Qué caramba estoy diciendo? No sé. Lo que me contaron de un sujeto muy particular.
      Él tomaba agua mientras miraba las aguas turbias debajo de la embarcación. En un momento raro, y no dado, se arrojó al río con arrojo total. Nadie lo vio. Todos estaban adentro del catamarán tomando café y jugando a ser marineritos junto a la tripulación amante de los turistas "propineros".

       Él nadó en la nada...

       Él nadó en la nada hasta llegar a la casa de Solange. Su amiguita vivía en una casa que tenía entrada para lanchas de un lado y entrada para coches del otro lado. Lado más lado más lado suena muy cuadrado. Bueno, decía que entró en la vida de su amorcito sin que ella se lo permita. Violación de domicilio, acoso, privación ilegitima de la libertad y todas las causas que puede inventar un fiscal estricto y severo.

       - ¿Qué hacés acá?  ¡Andate de mi casa o llamo a prefectura!
      - Aquaman está haciendo el amor con la Sirenita. No va a venir a salvarte.-
      -¡Estúpido!-
      - Dice Aquaman que la Sirenita tiene olor a pescado.-
      - ¿Me estás cargando? -
      - No. Solo quería verte.Ya me iba.-

         El loco Adrián se estaba yendo por la puerta de adelante. Caminaba lentamente a causa del temblor, el frío y los nervios. Sus ropas mojadas empaparon la hermosa alfombra persa de Solange. Ella lo quería matar pero a poco de verlo cerca del umbral sintió lastima por el infeliz. Le dolía verlo marchar angustiado y muerto de hipotermia. Si se preocupaba de los gatitos abandonados, ¿cuánto más se iba a preocupar de este "aparato"? Sus amigas le decían que Adrián es un tarado pero ella lo veía con cierta simpatía. Muy en el fondo obviamente. No sea cosa que las malas lenguas pudieran vincularla con el idiota más grande de Buenos Aires. Un tipo pesado, acosador, "heavy" y todas esas adjetivaciones que usan las chicas frívolas.
       
  - Adrián: No te podés ir así. Báñate. Tengo ropa que mi hermano ya no usa. Luego andate.-
  - ¿No me vas a dar una cachetada y a gritarme un poco? -
  - ¿Vos querés? ¡Ganas no me faltan!
  - Nunca me vas a acariciar. Por lo menos sentiría tu hermosa mano sobre mí: una caricia fuerte.-
  - ¡Andá a ducharte o te doy una trompada que te va a bajar los dientes!-

        Adrián obedeció. Sumiso frente a su ama. Se bañó y se perfumó. Luego se vistió con las ropas limpias que le dio Solange. Ella también le dio zapatos. Parecía Caritas. Increíble situación. Solange sabía que el pibe estaba loco pero no creyó que fuera para tanto. ¿De dónde lo conocía? Eso queda a criterio del lector. Lo que sí sé es que esta historia es única en su especie.

           - Bueno, ya fue suficiente para vos. Me voy.-
           - ¿Por qué viniste? ¿Querías robarle a mis padres? -
           - No, les tengo bronca por liberales y ricos pero no.-
           - Me cuesta creerte eso de que viniste a verme.-
           - Ves demasiada televisión. Yo no quiero robar. Al menos a tu familia.-
           - ¿El que le roba a ladrón tiene cien años de perdón?-
           - Y más también.-
           - Bueno, violación no porque en el fondo sos más papista que el Papa.-
           - No soy más papista que el Papa ni tampoco menos.-
           - Te metés de prepo en mi casa y te la das de católico. ¡Qué payaso que sos!  ¡Dios!-

          Ya cambiadito y perfumadito, Adrián se estaba yendo. Se iba feliz de haber visto a su amor imposible en su propia casa. De paso se llevaba ropa de su "cuñado". Muy buen saldo para tamaña conquista territorial. No se llevaba un beso ni un abrazo pero algo es algo.

             - No te podés ir así: quiero darte un refrigerio y algo de dinero.-
             - Acepto la comida pero no la plata.-
             - Bueno. Está bien.-

          Él comió vorazmente. Tenía más hambre que un perro loco de la calle. Por poco no se la come a Solange. Ella se reía al verlo comer. Él le devolvía el gesto con sonrisas mientras intentaba masticar esos ricos sandwiches de milanesas que le fueran servidos con tanto amor. Acompañó su comida con agua mineral.-

     - Espero que sea la última vez. Entiendo que estás solo pero yo no merezco esto.-
     - Pecado de juventud. Última vez en la vida.-
     - La próxima te denuncio.-
     - Ahora mismo. Quiero ir preso por vos.-
     - Basta. Así no vas a lograr nada. Pareces un loco.-
     - ¿Me perdonas? -
     - Vos no tenés la culpa. Se ve que sufriste mucho en la vida. Estás desesperado.-
         
            Ellos se abrazaron en silencio. Luego lloraron juntos pero sin hacer ruido. Las lágrimas corrían suavemente. Fue un llanto reparador. Él sintió que este era el día más feliz de su puta vida. No quería otra cosa de ella. La respetaba mucho como señorita. No es que no la deseaba sino que la amaba tanto que se conformaba con un poquito de amor y nada más. No quería ser vulgar ni obsceno en su afecto.

 - Gracias Solange. Perdóname por esto. Me salvaste la vida.-
 - ¿Pensabas en suicidarte? -
 - Mi conciencia me lo impide pero mi corazón me lo manda. No te quiero dar lástima. Basta.-
 - Me generás admiración. Hay que tener valor para llorar frente a una mujer.-
 - No quiero consuelo de tontos. Me voy antes de que oscurezca.-
 - No te puedo dejar ir así.-

               Ella le dio un beso y luego le explicó que siempre le pasaron cosas con él pero no tenía el valor para amar a alguien pobre. La presión del entorno le hacía mal. A partir de ese momento, Adrián y Solange acordaron tener una relación discreta para no ser victimas del qué dirán.

               Desde ese día Adrián no volvió a nadar más por las aguas del Tigre...

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