Putas de Buenos Aires (nadie nada)

  

  

        El teclado como piano y las palabras como música. No aguanto los dedos, no los callo. Golpeo conciencia con apenas algunos deditos. Es increíble. Todos los días puteadas y amenazas, todos los días vida. Debo confesar que no estoy en mi momento: Estoy haciendo todo bien pero nada me está saliendo. Maquiavelo hablaba de la rueda de la fortuna en El príncipe. En el principio estábamos tan bien... pero no. Hay que matarse por todo y luego ver que no hay nada. Este año creo que no me pertenece (el año pasado me perteneció solamente los tres meses que me perteneciste y algo más pero trabajaste muy bien la culpa y omitiste la disculpa). Un desastre total este otoño de miércoles. No sé qué mierda va a pasar conmigo. Capaz que en esta primavera sale el sol para mí; dejo la cueva del Sur, abandono las changuitas y pego el laburo de mi vida. Uno nunca sabe. Volviendo a Maquiavelo, él decía que uno tiene que romperse el orto porque un día cualquiera te cambia la vida (esto sí que es cultura para todos, lo mejor del pensamiento occidental en lenguaje llano).

       Escribo porque sé que hay gente leyendo. Lo siento, lo veo. Les agradezco que me lean. Arruinarse no sirve de nada pero me está costando mucho salir al cielo. Me pesan las piernas. Duermo despierto y me pongo en posición fetal como anhelando una paz que precedió a mi nacimiento. Es muy loco pero el hombre siente deseos de volver a él esas tardes de sótanos y galerías vacías. No hay texto que me diga lo que hay que saber. Todo está por suceder pero a veces no sé cómo hacer para zafar de mis días. No le tengo miedo a la lluvia pero un negro me robó el paraguas y se lo metió en el medio del orto (encima de negro, puto). Tanto chiste, tanta risa y de repente me veo bailando solo en mi casa y cantando un tema que no es el que más debería gustarme. Todo muy loco porque yo estoy alienado.

         Me imagino diciendo "te recontraamo". Muy buena frase. Es mejor que esa que dicen los viejos verdes: "Te ano". Hay tanto vejete sucio por ahí. Dan asco. Lamento tener que hacer el trabajo sucio pero es necesario que alguien exponga las inmundicias ante la vista de todos. Por eso prefiero "recontraamar" como un psicópata enamorado de sí mismo y no desear como un trolazo que se mira a sí mismo en la cola ajena. ¿Es repugnante? Ya lo creo. Es menester mostrar toda la mierda posible para que alguien limpie el río. Podría tirar tiros mejores pero me guardo las armas para luchas peores. Es de noche y el cansancio me golpea la cabeza como si me diera piñas desde adentro. Estoy algo mareado y con el pelo más lindo que nunca. Me alegro de mantenerme delgado, lindo, con la piel suave y la sonrisa brillante. De tanto tomar mate voy a desaparecer en el termo de agua caliente (olas de amargura criolla acompañan mis tardes que se pasan entre papeles, fierros, libros y telas de un poema que una araña se fumó).

        Pensaba en darle un beso cuando la vea pero nunca la voy a ver porque no existe más que en mi mente de demente. Pienso matarla en mi mente pero de un beso. Alguno dirá que tengo mal aliento pero el que diga eso sepa que no me conoce: Me lavo el comedor todos los días varias veces al día. Bueno, ahora que lo pienso, puede que exista fuera de mi cabecita llena de pelo. No creo que ella viva en mi coco como una bailarina de ballet en una cajita musical. No tiene sentido. Tengo el marote lleno de bártulos pero ella es demasiado bonita para estar en medio de eso polvo de materia gris. No quiero investigar en demasía a ver si me doy cuenta de que yo no estoy escribiendo sino que un demonio poseyó mis manos (al día siguiente leo esto y me pregunto si fui yo el autor de estas palabras vacías. Sí, vacías porque alguien debe llenarlas con algo de magia o suerte y que sea de la buena). Lo lindo de esto es que estoy dándole al texto libre. Hacía mucho que no me entregaba al placer de escribir sin pensar. Siempre estoy preso de mi genio y de mis cuentos moralizantes. Hoy tengo ganas de tirar el camión a la banquina. Tengo ganas de irme a la mierda con acoplado y todo porque sé que no me voy a morir en esta ruta de letras exasperantes.

        Mañana me putearán una vez más. Soy un coleccionista de puteadas y me divierto. Me siento dichoso cuando veo que rompo tanto las bolas. Soy una máquina de molestar y nadie me paga para ello. No alcanzaría el dinero del mundo entero si tuvieran que pagarme para hinchar. Me parece que quisieron darme la plata del universo y yo la doné para que no se termine todo esto. Sería un desastre si se para todo el sistema para garparme a mí. Igual se preocupan al pedo porque yo consumiría y movería todo otra vez. Me iría a comer a una parrilla genial como Posta Goleta y tendría cambio para dejar una buena propina (las tarjetas las guardaría para comprar libros). Los chiquitajes de la clase mierda que piensa en el blue y en el qué sé yo. Tan basura es nuestra burguesía que vota en función de un papel pintado de verde. Nadie piensa en el aborto, las drogas y la locura que vivimos en la calle. Tocan la cacerola cuando le tocan la cola a ellos (y eso que hay miles de cabecitas negras muriéndose en las provincias sin que nadie lo denuncie. A lo sumo me denuncian a mí por haber dicho "cabecitas negras" ignorando que yo me considero peronista de Perón y Evita. Es obvio que no soy partidario de estos chorros de ahora).

       Tengo una llaga de la cual podría sacar fuego para quemar una vaca y comérmela. Tengo más fuego en la boca que un dragón o que el corazón de un pelotudo enamorado (nunca falta el tarado peinado a la gomina y trajeadito que marcha como un pelotudo llevando su ramito de rosas sin saber que su jermu lo caga con el negro que levanta la pared del fondo). Tantos personajes tengo que estampar en mi literatura de mierda que a veces tengo que desalojar a algunos para que entren otros (eso que no hablé de los okupas hinchas de voka que tanto me hacen reír). Es como el indio de pelo largo que usa una remera de la bosta y anda repartiendo volantes de prostíbulos por Corrientes y Esmeralda y todo el Microcentro en general (ese pibe es delgado, de ojos marrones, muchas veces usa lentes de sol, tiene el pelo largo de color bien negro y no suele andar bien afeitado; y siempre usa la camiseta de Boca). Yo me he peleado varias veces con ese proxeneta o aprendiz de proxeneta pero siempre está allí firme junto a los postes de luz inundando la ciudad con fotos de señoritas en paños menores (como si fuera una carnicería). La Policía siempre se lavó las manos. Como el peruano que hace lo mismo en Once y que además se da el gusto de decirle barrabasadas a las pibas que pasan por avenida Pueyrredón (si yo le digo "negro de mierda, ándate a tu país", el INADI me hace una causa más grande que la causa que dio inicio al mundo; pero no, el pibe puede prostituir a las pobres paraguayitas y provincianitas encerradas en departamentos de jueces y comisarios y nadie levanta la voz). ¡Tanta hipocresía no entra en la tierra!
          Bueno, malo, bueno. ¿Por qué decimos "bueno" cuando estamos por irnos o por terminar una charla o concluir algo? Deberíamos decir "malo" si es lo que nos place pero hay fórmulas tan repetidas que hicieron carne en el habla coloquial de muchos. Es una cosa de locos. La idea es tan simple, tan sencillita como seguir agitando humo una vez más (yo no soy vendehumo porque no cobro, lo hago por amor al arte. No soy Caruso Lombardi. Nada que ver). Yo quiero hacer un arte del provocar. Hoy en día, época en la cual dominan otros, es original y revolucionaria, diría que hasta necesario, reivindicar ciertas cosas para romperle las bolas a los zurdos. Los rojos sirven para agitar los trapos cuando están afuera del circo; una vez adentro no saben qué hacer con tanto poder. no sirven para la hegemonía. Como la boludo de María José Lubertino que rompe los huevitos por el color de los Kinder. Ya no saber qué corno inventar para hacerse ver. ¿Cómo hace un bolche o pseudobolche para venderse como rebelde estando él allá arriba? ¿Rebelde a quién? ¿A Dios? Ese es el peor chiste que me han contado Néstor y Cristina mientras por derecha se robaron la Patria entera. Klarín se hacía el pelotudo cuando ellos llegaron al poder. No sé qué dirán ustedes pero tengo ganas de seguir jodiendo. No hay nada más rebelde que un chico católico en un país gobernado por putas y putos; nada más rebelde que un chico sano en un mundo de faloperos; nada más revolucionario que un joven limpio en  la época de los psicobolches; no, nadie mejor que alguien en la época de los Don Nadie y de los anónimos de la masa democrática.