Sueños, sólo sueños son...

     

      Yo en un piso trece: el departamento de un amigo que vive frente a mi casa. Imágenes del Tercer Mundo y no del Tercer Reich. Desesperación y deseo de amor (todo por venir, todo por morir y mañana a rezar). Lluvia, balcón enrejado y un rostro del pasado...

Vanos son

todos los esfuerzos bajo el sol...

Vanos son,

vanos son.

      Son vanos esos esfuerzos de la vigilia que nos distraen del sueño. Bien, estabamos en la parte en que pasaba la rubia que me rompía la cabeza el año pasado o hace cuatro años, lo mismo da. Maravillosa. También me rompía la cabeza la progresía argentina mediante amenazas de juicio pero yo a ellos les rompía otra cosa. Bueno, la rubiecita pasaba mojadita bajo el diluvio de mi inteligencia nostálgica y enamoradiza. ¡Vana fuerza escurridiza!

       Una chica muy linda. Paradojicamente, ella era de Brasil pero era más rubia y soberbia que cualquier holandesa errante e infructuosamente intelectualoide. Fría. Piel y huesos salvo esa cola para tres hombres. ¿Sexista yo? Sí, soy argentino pero soy más machista que un minero chileno. Ella era - no sé si hoy es o dejó de ser - una chica muy inteligente. La mujer más culta e instruida que he conocido y no era lesbiana. Raro, pero como dice León Riente, estas mujercitas no dejan su herencia ya que mueren en sus masturbaciones hechas con jueguitos de palabras.

        ¿Me distraje? Sí. Siempre volando. ¿La redacción? No sé. Yo escribo lo primero que se me viene en gana. Los únicos que redactan son esos mercenarios políticos que se hacen llamar periodistas. ¡Basta ya de divagar! Tengo que terminar la historia...

        Fue un sueño. Nada de cuentos ni cuentos de nada. Fin. Me levanté con ganas de mandarle un mail diciéndole mil cosas pero después me dije a mí mismo que ella podría denunciarme por acoso. Yo no soy un negro progreta de Brasil o Venezuela. Soy un loquito que fue defenestrado por su chica de ilusión: ella se encargó de difamarme diciendo cosas feas sobre mí. Basta que una mujer ponga el grito en el cielo para ser acusado de acosador (el acosado puedo ser yo).

       No hay sueños cuando se abren los ojos. No hay nada. Y la nada es un problema filosófico que es tan nada como la libertad. Y Calderón se sube a su barca para decir que nada es nada (el otro día fui al teatro a ver "La vida es sueño" y me fui entusiasmado con el teatro español representado en Buenos Aires).

      Vanos son...

            Y todo esto me lo dijo un loquito que ahora trabaja en Aerolíneas. ¡Lo que puede la política! Igual, prefiero cagarme de hambre y no estar en la Cámpora. Qué sé yo. Ahora el flaco que me mandó a escribir su historia viaja por el mundo, tiene guita y no se hace problema por nada. Yo la sigo chupando...