Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

domingo, 10 de abril de 2016

ABC




  Ésta es la historia de lo que va a pasar o de lo que puede pasar. Puro presente, puro futuro. Empecemos bien rápido, sin dilaciones de ningún tipo. Andrea es la mujer de Beto. Carlos es un amigo de ella que ha devenido amigo de él. Se conocieron en una fiesta de lo que podría llamarse "alta sociedad". Los tres son personas "normales", de clase media. Pero ABC ahora es un triángulo un poco raro que se mueve por ahí para curiosidad de la gente, que ve con sorpresa esa relación tan especial. 

  Andrea pertenece a la Cancillería o algo así. Me dijeron que tiene un puesto importante. No recuerdo bien. Pero tampoco puedo especificar demasiado, no sea cosa de que la reconozcan a la pobre infeliz. Lo que sí puedo decir es que ella conoció a Carlos en un evento de estos de fin de año que hacen los burgueses. Se vieron y se sintieron muy a gusto conversando de todas las cosas: política, creencias, pensamientos, viajes, anécdotas. En verdad, él es un vividor de sí mismo. No tiene ninguna posición particular pero una buena cuna le dio oro para hacerse de unos lingotes suficientes para vivir tranquilo. No digo que le sobre el universo pero la platita trabajando afuera le rinde dignos dividendos. Bueno, no voy a mentir: de vez en cuando hace algunas movidas para ganar algo más. Incluso trabaja cuando el caso le interesa y siente que puede caer en la tentación de tocar las reservas. El tipo es abogado. Casi no ha ejercido. No le gusta la rutina. Odia cumplir horarios. Aborrece ir a Tribunales. Pero sabe que de vez en cuando, contactos mediante, puede hacer la maniobra mágica para salvar el año. Mucho no entiendo de negocios y lo poco que sé lo voy a omitir para que el joven no sea reconocido por nadie. La gente me escribe con sus historias porque piensa que me va a ayudar con material fresco. A su vez, hay una voluntad de catarsis de esos que me dicen "tengo un amigo que". Las más de las veces, ese amigo es uno mismo. En fin. Seguimos por la debacle.

  Beto es hombre de campo. Tiene sus hectáreas, sus dineros, sus cosas. Tiene buenos sentimientos también. Está en la flor de la edad: los treinta y bien parado frente a la vida. Debe algunas materias para recibirse de ingeniero agrónomo. Verdad es que no le gusta estudiar pero lo hace solamente para saber manejar mejor sus asuntos. Va un poco lento en la carrera porque al terminar la secundaria tuvo un largo tiempo sabático. Al tipo le gustaba la juerga, las mujeres, el juego, la noche y el alcohol. Así y todo, pese a sus excesos pasados, luce bien hoy: bronceado, cuerpo torneado, ojitos claros, pelo castaño cortado a la militar. Usa pantalones de vestir y camisas desabrochadas a la altura del pecho. Le encanta mostrar las cruces de oro de su falsa devoción. Es de bañarse en perfume también. Tiene sus manías. Pero es preferible pasar de alto ciertos hábitos que pueden delatarlo.

  Ella estudió una carrera de Relaciones Internacionales o algo así. Habla inglés a la perfección. Colegio bilingüe de un lindo barrio. Típica. Más que los conocimientos académicos, ella usó la prenda de su belleza para ascender. Su educación fue buena pero la imagen le abrió puertas por las cuales no podría haber pasado una gordita. Ser delgada, rubia, de ojos azueles y buena altura te convierte en una diosa en los cuadros de honor de la Patria. Palacio San Martín, coches importados, buena ropa, perfume, celular caro y Avenida Libertador. Nada que no se haya visto en Buenos Aires. Es bonita pero no al punto de enamorar. Es una más en la ciudad. Pero tiene una conversación que cautiva hasta al más libertario de los hombres. Aprendió a charlar con su padre: puede hablar horas y horas de cualquier tema sin quedar en falta. Sabe de todo. Tampoco es que es una obsesiva de la lectura al punto de no tener vida. Pero es muy despierta, muy enérgica. Se interesa por todo. 

  Andrea deslumbró a Carlos una noche de diciembre, en una reunión donde todos van con sus mejores caretas. Ella se mostró tal cual es. No necesita aparentar nada. Es. Es una sonrisa que explota siempre, en cualquier lugar. Es una palabra dulce, una mirada expresiva, un roce casual de manos, un movimiento traidor del cuerpo delator. Es una palpitación, un gesto inesperado. Ella es su pelo suelto, una melena de león que brilla bajo el sol de la bandera argentina. Es descendiente de ingleses, alemanes e italianos pero se comporta como buena nacional. Sabe bien las costumbres de la Patria. Ha viajado mucho por las provincias. No vive ajena a nada. No es de esas que nunca salió de su círculo, esas cuadradas que van por ahí dando trompos ante la mirada impávida del pobre que envidia su suerte, el pobre que se sabe mejor pero sin las oportunidades que ella tuvo.

  Al poco tiempo, Carlos conoció a Beto. Se llevaron bien, muy bien. Hasta hicieron algunos negocios juntos. Se tomaron afecto. Beto no es celoso. Todo lo contrario. Permite que su mujer esté sola con él o con cualquiera que parezca recatado. Bueno, en verdad, ellos no están casados pero viven juntos desde hace cinco años. Se llevan bien. Pero las ambiciones profesionales de ambos son muy distintas: él está muy arraigado a la tierra, es un patricio orgulloso, no es cosmopolita como sus hermanos. Ella es viajera, voladora como una mariposa llevada por el viento. "C", el otro lado del triángulo, no tiene nada definido: va donde calienta el sol. Ha pasado algunas temporadas afuera pero se mueve como pez en el agua en Buenos Aires. Es fiestero. Busca pasarla bien y nada más. Pero su amiga lo sedujo como nunca antes ninguna lo hizo. Se enamoró de la paz que transmite, de los silencios justos, de las palabras perfectas, de los momentos divinos, de las tardes serenas, las noches de risa y las mañanas de ensueño e ilusiones. Se hizo adicto, básicamente. 

  El problema de este triángulo es que, por cosas de la vida, puede que pronto se rompa. Un lado va a ir hacia un lado y otro lado va a ir hacia otro lado. Beto es el campeón del campo. Andrea tiene alma de azafata. Carlos quiere seguirla pero sabe que su sociedad con él puede verse rota. Si llega a tocar a la mujer del que se hizo su amigo, queda como un traidor. Es cierto que primero trabó amistad con ella pero no puede desentenderse de estas verdades que rigen las relaciones entre hombres y mujeres en la Argentina. 

  Carlos está dispuesto a que aparezca el lado "D". El triángulo puede devenir cuadrado: puede aparecer un Daniel o un Diego allá lejos. Y, para él, puede surgir una Elena. De hecho, estos nombres no son al azar ya que existen estos personajes. Son parte de la historia. De manera incipiente, se muestran con soltura y alegría. No hay celos. Todos se quieren y se respetan. Son liberales en muchos aspectos. No llegan al intercambio de parejas, no son "swingers". Pero lo son de corazón. Andrea no consiente que su hombre se entregue en cuerpo a otra. Tampoco en alma. Pero no cela el hecho de que su maridito converse con chicas bonitas. Ella todo el tiempo se enreda en charlas con buenos mozos. Casi que es una profesional de la parla, una prostituta que abre sus oídos a todo el mundo, no es una ramera de la carne pero sí de la palabra. 

  Es importante decir que también está "el punto G": Gabriela es una licenciada en Comercio Exterior que ronda impaciente la tranquilidad de Beto. Ella lo busca pero él intenta rechazarla. A veces no lo consigue pero jamás se rinde en su lucha. No se rinde. Ama a su mujer pero la debilidad le acontece a menudo. En fin. Por cierto, hubo salto en el abecedario: "F", Fernanda, una soltera interesante, pisa los cuarenta, coquetea con los dos varones de la historia. Ella es contadora. Tuvo un amor importante en el pasado pero lo perdió por la imposibilidad que tiene para ser mamá. Su novio la abandonó ni bien se enteró de que iba a ser padre de una nena. 

  No se sabe bien qué va a pasar. Todo está por verse, por tocarse. ¿Puede pasar que Carlos, Beto y Andrea sean parte de una misma cama? ¿Puede pasar? No se sabe. No se sabe nada. Lo que sí se sabe es que Carlos no puede quedarse con ella ni bien se aparte de Beto. Tiene que dejar pasar un tiempo, una presidencia de al menos cuatro años. Con el riesgo que implica una posible reelección, ¿no? Es difícil. Se hace lo que se puede. 

  Carlos se muere de amor por Andrea pero no puede atacar de golpe. Tiene que esperar. Beto no es celoso pero no vería con buenos ojos que un buitre se quede con su chica. Bastantes buitres se devoran la economía argentina ya...