Crisis de otoño

  Hacía mucho que no me pasaba: tuve una crisis de soledad. Mi vida es una performance y hoy me desnudo una vez más ante el mundo. Vean lo feo que es estar solo, cómo se manifiesta en mí a través de llagas en el alma y en las manos. Miren, queridos espectadores, lo carcomido de mi cerebro, mis ojos en blanco, la decadencia en la expresión, el semblante contrariado, la cara triste. Miren todo eso acá, en este cristal, a través de esa pantalla que sostienen en la mano o mediante la pc que desarrolla este teatro de una existencia. Contemplen las miserias humanas de este servidor y siéntanse felices aquellos que tienen el placer de recibir caricias, palabras afectuosas, sexo oral, vértigo, tragos de seducción, saltos al vacío en miradas vidriadas, relámpagos de mente y la experiencia del viajar apretado en el furgón de cola. Sepan disculpar las molestias que les traigo al confrontar su realidad con la mía; dichosos ustedes, los invitados a un banquete torrencial que tal vez no colme sus expectativas pero al menos le gana de lejos a mi austeridad afectiva, el ajuste que me impuso el desgobierno de las emociones ajenas y las maldiciones que llevo encima.

  Me sentí mal todo el sábado por la noche. En este preciso instante, ya entrado en el domingo, me siento peor. O eso creo. Tres años y medio de no ver en vivo y en directo ningún cuerpo al desnudo. Por mucho HD que tenga enfrente, no es lo mismo. Podría pasar que hubiera un simulador muy realista pero nunca es igual. En momentos como este, cuando ninguna me llama ni me manda mensajes y la única que me interesa me bloquea sin darme motivos, siento que todo está perdido, que estoy condenado a estar solo. Ahora, con 27 años, con relativa madurez, trato de resistir los embates del dolor de la mejor manera. Antes, ante estas alternativas del sufrimiento y sus achaques casi crónicos, pensaba en tomar una mala decisión. No es que no sienta angustia. Me preocupo, padezco esta mierda de realidad que me ha tocado. ¿Tan feo soy? ¿Qué es lo que tengo? ¿Por qué huyen de mí? Sí, no faltará el estúpido o la estúpida que diga que lo mío es una cuestión discursiva, que mi mensaje "misógino" espanta. Claro, pero ya dije en otro texto que de buenas a primeras no soy así. Pero tampoco de malas a últimas. Mantengo la línea. Es más, en otro tiempo me esforcé por ser mucho más agradable, era bien light. Hoy prefiero que me tomen por hijo de puta y no por idiota, si tengo que elegir. Obvio, no es que de entrada muestro que estoy curtido por el fuego de las lágrimas. Pero si enseguida observo que todo va a salirse de cauce, que van a jugar conmigo, que no va a pasar nada, prefiero irme a un costado. La famosa "friendzone" es un lugar que no acepto, salvo excepciones, como personas que están en pareja desde mucho antes de conocerme. Pero si aparece una chica sola y me quiere meter ahí, a mirar de afuera como un idiota, prefiero mandarla al demonio. Eso hice recién con una compañera de facultad que vanamente intentaba consolarme. Ella me rechazó una vez y más también. Yo, con finas palabras, le dije que no quiero su amistad. Es mejor que diga que soy un loco de la guerra y no un "buenito", que es equivalente a tonto. Me estoy forjando una personalidad muy dura en estos días. Ya no aguanto más el trato que se me ha dispensado desde la preadolescencia a esta parte. Es momento de rechazar las expresiones surgidas de la falsa conciencia, el "podemos hablar" y toda la hipocresía femenina. Me cansé de hablar en vano. 

  Con una venía remando como un campeón y me hundió el bote de la nada. ¿Qué le hice? ¿Qué le hice? ¿Qué le pasó? ¡Loca! Por cosas como estas es que yo me cuido tanto a la hora de hablar con alguien. Me fijo bien a quién me acerco. Intenté confiar y fui moralmente estafado, me engañaron, jugaron conmigo, fue una traición. Todo es bloqueo, te dejo de hablar, soy mala, me dicen Kill Bill, no quiero a nadie, Dios no existe. Así está el mundo, por actitudes irresponsables de sus habitantes, por mezquindades personales, por miedo a aceptar desafíos, a innovar, a crear algo distinto. La inercia del más de lo mismo rige los destinos de los mediocres. Y yo, con pena, a veces me consuelo pensando que voy a forjar un nuevo tipo humano a través de mi camino de pionero y explorador de incógnitas regiones del porvenir. Porque, vamos a decir la verdad, pocos cantan estas verdades. La sociedad te impone que digas que sos un ganador, que te sobran las mujeres, que tu pene crece diez centímetros por noche, que le enseñaste a jugar al fútbol a Messi y que noqueaste a Mayweather en dos oportunidades pero que no quisiste pelear oficialmente con él para no humillarlo. ¿Y vos qué decís? ¿No decís nada, no? Parece que yo tengo que decir y decir. Tengo ganas de escuchar, de sentarme y ver una mirada cálida sobre mí, una ola que cubra las arenas de mis penas y que se lleve las piedras del padecer para dejar lugar a las estrellas del placer. Pero no. Todo parece dificultarse a cada instante. Más y más.