Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

jueves, 11 de mayo de 2017

Un gol de otro partido



  Por afuera, siempre por afuera. Vas por la veredita del sol, rápido como carrilero derecho. Vas pero no volvés. Todo sea por llegar al centro-gol de la ciudad, donde las redes rebotan una vez y más.

  Derecho, siempre por la derecha. Podés escapar por izquierda pero no es tu perfil más hábil. No sos crack pero rendís. Vas de frente, trabás, luchás la burocracia nuestra de cada día e intentás, cuando ves que no hay mucha gente, jugar por bajo en el subte de media tarde.

  Cada tanto, un verde césped como bandera de un juego limpio en el bullicioso estadio de la urbe. Soñás en grande mientras ves volar un avión sobre tu cabeza. Soñás Europa pero seguís jugando en la B. El humo invade tu cancha y el aliento mata el pecho frío de tu rival interno.

  No sos visitante pero te cuesta sentirte local en tu ciudad natal. Te va gambetear siempre, jugar y hacer jugar, pero nunca falta el planchazo leche mala de una realidad ortiva que te saca la roja por nada (peor es la pobre Argentina, única expulsada con una sola amarilla).

  Posición adelantada es cosa mala, perder tiempo. Entonces buscás la línea pero el arco se hace puro imposible. Gol en contra es quedarse en casa para ver lo que pasa pero ir como un loco hacia adelante te deja mal parado, vos volviendo lento y a contrapierna. 

  El empate sin goles lo sentís como una derrota. Querés siempre algo más. Aunque te ha pasado que te manden al vestuario antes de tiempo por discutir con patrones y mandones. Son las reglas de juego. No sos imprescindible, hermano. No existe ningún Messi en esa empresa. Son todos muertos como vos. Pueden colgarlos en cualquier momento. 


  Ya en el minuto noventa de tus cortos tiempos, de tus presiones e intentos, vas con la camiseta del hambre pegada a la piel. Nadie te esponsorea. Sos el Club Atlético Pobreza. Nadie quiere jugar en tu canchita de metegol. Ni siquiera sos de esos que suben y bajan, suben y bajan, parecen ascensor. Vos siempre en el dofon. Las botineras y los gatos del fobal no te ven ni en figuritas. Lo último.

  Solito con tus putos currículum. La Ciudad no te juna. Sos un pelotudo. Buscás tirar un pase y construir una pared pero las putitas de Recursos Inhumanos te mandan sacar de la tribuna con la policía.

  Todo pinta mal pero aguantás los trapos otra jornada de pan y agua, mate cocido y galletitas marca Poronga. Ves pasar el blindado y te dan ganas de hacerlo, llevarte la plata del mundo y vivir como un jugador del Real Madrid. Alucinás. Pasás por la puerta de algún local y, cuando ves comida en exhibición, sentís que estás frente a la Copa del Mundo. Sos un muerto de hambre, amigo. No entendés más nada ya.

  Querés colgar los botines del alma para descansar en paz y no ser el equipito partenaire de los demás. Harto del bullying, de que te metan caño, sombrero, rabona, robona, cabezazo y patadas. No tenés técnico porque renunció a vos antes de que salgas a la cancha desde la concha de tu madre All Boys. Infeliz, bastardo sin gloria, hijo de los instiputos de pibes y chabones problemáticos. 

  No importa. Es una tarde de sol, no te la podés perder. La saeta rubia pasa veloz frente a vos y la encarás como en el barrio. Te la devuelve cortita y al pie: "Yo te conozco". La frase te recuerda a la publicidad de un supermercado de cuyo nombre no querés acordarte. De seguro que la minita no te conoce pero está todo bien con vos, Pintita. Y sí, sabés que la vas a meter, lo vas a hacer, vas a mojar, a gritar gol el lunes por la Capital. 

  Y sí, te ibas a casa con las manos vacías pero metiste un gol de otro partido para una victoria clave en tu lucha por la permanencia. Es cosa de poner huevo e ir al frente.
  

  

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