Respeten sus progreleyes y no sean contradictorios censurandome.

El Congreso no promulgará ninguna ley con respecto a establecer una religión, ni prohibirá el libre ejercicio de la misma, ni coartará la libertad de expresión ni de la prensa; ni el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y de pedirle al Gobierno resarcimiento por injusticias.
(Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., ratificada el 15 de diciembre de 1791.)



Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Articulo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948 en Paris.



- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencias de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.

-2. Se respetan la libertad de los medios de comunicación y su pluralismo.

(Artículo II - 71; Título II concerniente a Libertades del Tratado para el que se establecia una Constitución Europea)

viernes, 19 de mayo de 2017

Verdades alternativas o alternativas verdaderas



  El tiempo juega una pregunta una vez cada tanto. Podría decirse que no se trata de un sí o un no sino de un plazo. El problema del cuánto o del cuándo, y no es que el tema en cuestión sea el dinero, o tal vez sí. Cinco años, un lustro para ser más poetas. Media década sin... Hoy es preferible evitar lo prosaico, ¿no? Usted lector, dudo que sea lectora, sabrá entender qué puede afligir a un hombre joven. A ver: lo invito a indagar en las palabras de este párrafo. En el campo semántico, coseche lo que ha sido sembrado por el que escribe. ¿Nota algo? Seguramente sabrá que hay dos tendencias de escritura en este espacio: el decir todo y más, o el trabajar con lo no dicho. O, por qué no, el no decir casi nada. Esta noche de otoño camina por el cordón, entre la calle y la vereda plena como aquel que desea pasarse el rato sin pensar demasiado.

  Una relación especial con la soledad: los altibajos propios de un matrimonio. Amor y odio se suceden en días de sol pleno o en noches propias de agonía, barro, pesadillas, inseguridad y paredes que, en vez de proteger, aprisionan el cuerpo. Ensayitos que quedarán para olvido de penas y remembranza de mejores virtudes que las de escapar malos sentimientos, signos de interrogación al infinito, felicidades ajenas y mundos paralelos solamente accesibles por la magia de estas bolas de cristal que fabrican en China, Corea del Sur y Japón.

  Hay un allá que se busca hacer un acá. Pero ese momento nunca es ahora. Así se pasan las horas entre sombras, luces podridas y la abominación de un mundo que jamás me ha visto brillar ni ver brillar. Entremedio de estas vacilaciones, una esperanza golpeada por varios monstruos sin cuerpo.

  Sábado a la noche, sin salida. Encierro en una cárcel de olvido, de nada, de palabras y callares de grados varios. Solo y silencio.

  Solo y silencio. 

  Dicen que las crisis traen aparejadas oportunidades. Cierto. Caminar kilómetros y kilómetros brinda el placer de sentir la fortaleza del cuerpo y la mente al apartarse con ligereza del punto de partida. Al paso, el caminante contempla maravillas que nunca ha visto. Por ejemplo, esa casa baja que jamás fue fotografiada por nadie. O ese árbol cuyas hojas coloridas invitan a vislumbrar la posibilidad de que dentro de este mundo haya otros mundos que pujan por nacer en medio de un siglo que mata a olvidazos y traiciones. Hay barrios que quieren, en su egoísmo, preservarse de la vista de los demás. Existen reyes de los abismos que no desean ser conocidos de nadie. Por eso se esconden en vidas burguesas y apagadas para no encender alarmas de miradas exorcistas. Imaginen el caos que sería que las barriadas emerjan de las napas nauseabundas y se adueñen de esos espacios siempre limpios e iluminados de la civilización envuelta en pieles de animales salvajes.

  Dolor y distancias. Sí, no es nueva expresión. Pero viene bien para traer ese nudo de autopistas que atan ciudades más o menos invisibles. Porque cuando se camina una tarde de sol, la vista se hace una con el cielo y la cabeza muere horas enteras en nubes y aviones que se pierden en países lejanos. Los pies se van con ceguera adelante y el cuerpo muertado evita toda vuelta a los términos de una consciencia no querida. 

  ¿Qué pensará, qué pensará? ¿Importa realmente? Los bucles oscuros, los ojos naranjas, las tetas grandes, la concha atea, el culo casi virgen y los labios poseídos por las blasfemias que otros dijeron que debía decir para que todxs se sientan en la era de la mierda vendida como cuerpo de Dios. Así es el ciclo de los que hacen todo relativo para ser ellos mismos valores absolutos, dignos de ser venerados en los altares de la democracia y las patrias corruptas que, con hambre e ignorancia, mueven el globo hacia una red que llora los goles en contra y las videollamadas que nunca han llegado a destino.

  Y sí, se fue, se fue. Todo se fue. Tal vez iba bien pero el derrapar es una manera de llevar a buen término las cosas. ¿Sería mentir afirmar que la escritura tiene el don de habilitar los choques y los vuelcos que el mundo físico desaconseja? Es preferible que una lluvia de bombas atómicas arda las gargantas blancas de muchos líderes en estas columnas del templo sin tiempo antes de que una bala certera y real cambie la política internacional para siempre. De todas formas, este plano poco puede influir en lo que se desarrolle fuera de vos, amigo. Porque existe la posibilidad de que te entretengas con esta orgía de delirios y que ignores, en este mismo instante, que un país pasó a la historia. Pero cuando acabes la lectura, sabrás lo que pasó: la sangre ha escrito otra página.

  A su modo. Parece imposible derrotar a esa agonía que es la fatiga. La sensación dolorosa de una vida sin ciertas victorias parece abrir una zanja en el corazón para sepultar anhelos que entrañan graves peligros. Porque mirar la mañana con soberbia y sentirse amante en potencia es, tal vez, un pecado cuando no se tiene auto, dinero, casa o un trabajo importante. Por esto mismo, ya envuelto en la mortaja del sueño, se hace entrega incondicional de los restos de un ejército sin reservas ni moral para afrontar el reto de más marchas, marchas por el campo infinito de la página en blanco. En otro momento se verá cómo sigue el avance hacia la eternidad.

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